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Iglesia San Francisco de Borja: patrimonio de todos

Sebastián Seisdedos Morales
arquitecto, Jefe Unidad de Gestión Territorial y Patrimonio del Ministerio de Bienes Nacionales

Paula Ramorino Guzmán
arquitecto, Unidad de Gestión Territorial y Patrimonio del Ministerio de Bienes Nacionales

En su labor de administrar el patrimonio territorial de Chile, el Ministerio de Bienes Nacionales tiene las facultades de adquirir, administrar y disponer sobre los bienes del Estado, así como ejercer el control superior de los bienes nacionales de uso público, y de formar, mantener y actualizar el catastro de los bienes raíces fiscales.

Con sus más de 4.300 km de longitud, Chile se posiciona como el país más largo del mundo. En esta extensión, casi el 54% de su superficie total corresponde al patrimonio territorial que administra el Fisco, a través del Ministerio. Se trata de poco más de 40,6 millones de hectáreas, lo que convierte al Estado en el principal propietario de suelo del país y un actor relevante para la implementación de las políticas públicas en el territorio, para el desarrollo humano y productivo del país, así como para el resguardo y la puesta en valor de su patrimonio.

Se trata de una extensión considerable de superficie, territorios y bienes que interesa administrar y gestionar de manera sustentable, y en algunos casos, proteger para garantizar el uso y goce de las generaciones actuales y futuras. Entre los bienes naturales del Estado se encuentran más de 16 millones de hectáreas protegidas en las 106 unidades del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE) y otras 600 mil que constituyen las 62 unidades del Sistema de Bienes Nacionales Protegidos (BNP). Ellas dan cuenta de 23 climas sobre los 27 existentes en el planeta y de innumerables paisajes, que van del árido desierto de Atacama por el norte hasta la Patagonia y la gélida Antártica por el sur, desde la Cordillera de Los Andes hasta el océano Pacífico, pasando por ciudades, valles, islas, lagos, ríos, montañas, volcanes y glaciares.

De este modo, atendiendo su valor patrimonial en cuanto a atributos naturales y/o culturales, el Ministerio identifica y resguarda porciones de territorio fiscal con el propósito de dar acceso a los bienes públicos, promover la investigación científica y el turismo, la educación ambiental y cultural, resguardando los recursos naturales, los usos y costumbres de la sociedad, siempre orientado hacia un desarrollo sostenible basado en el bien común.

En este contexto, junto con los grandes territorios con valor patrimonial natural y arqueológico localizados principalmente en las macrozonas norte y sur austral, el Ministerio de Bienes Nacionales custodia emblemáticos edificios, que constituyen una constelación de patrimonio cultural disperso a lo largo y ancho de Chile. Desde el patrimonio de relevancia mundial – en cinco de los siete sitios declarados como patrimonio de la humanidad existe propiedad fiscal, algunos sitios como Humberstone y Santa Laura lo son íntegramente – el patrimonio nacional declarado como monumento nacional, consistente en 169 inmuebles tan relevantes como el Palacio de la Moneda en Santiago o el Fuerte Bulnes en la región de Magallanes, parte del patrimonio urbano que reconocen los planes reguladores comunales como inmuebles de conservación histórica, representado en 111 edificaciones fiscales, y cerca de 3.000 inmuebles fiscales al interior de zonas típicas y zonas de conservación histórica, representativos de un rico y discreto patrimonio aún no caracterizado ni totalmente reconocido por la institucionalidad cultural del país.

Así en los últimos años, el Ministerio ha avanzado en la identificación y caracterización de inmuebles de interés patrimonial, incorporándolos a su catastro. Desde 2018, con el apoyo de la Subsecretaría de Desarrollo Regional y su Programa de Puesta en Valor del Patrimonio, ha reforzado las capacidades regionales en gestión patrimonial, lanzando un Portal de Patrimonio MBN, realizando estudios de levantamiento crítico y modelos de gestión, ejecutando obras de emergencia y estableciendo alianzas con servicios públicos y organizaciones de la sociedad civil para lograr la administración efectiva de los bienes públicos patrimoniales.

En este marco se encuentra el templo dedicado a San Francisco de Borja, originalmente la capilla del Sagrado Corazón de Jesús del Hospital San Borja, una edificación religiosa en estilo neogótico, con una nave central, dos laterales y un deambulatorio tras el altar, diseñada por el arquitecto Hovender Henry. Su primera piedra se colocó el 8 de enero de 1872 y fue erigida como “iglesia pública” el 4 de mayo de 1876, por mandato de las Hijas de la Caridad, junto al antiguo edificio del Hospital que era administrado por esa congregación. Fue inspirada en la Sainte Chapelle de París, y albergó una colección de vitrales que fueron encargados al Atelier Dagrand, Burdeos, que constituyen los vitrales firmados más antiguos registrados en Chile.

Tras la demolición del antiguo hospital y el surgimiento de la remodelación San Borja en los años 70, la parroquia, que arriesgó correr la misma suerte, quedó finalmente situada en medio del Parque, con acceso desde la Alameda Bernardo O’Higgins a través de la plaza Carabineros de Chile que funciona como atrio, en un contexto urbano de alta significación cultural y social, próximo al Centro Cultural Gabriela Mistral, el Barrio Lastarria, la casa Central de la UC, la Plaza Italia, entre otros.

Desde el año 1975 es administrada por Carabineros de Chile, siendo destinada mediante Resolución Exenta N°65 del 26 de octubre de 1981 del Ministerio de Bienes Nacionales al Ministerio de Defensa, Subsecretaría de Carabineros, el “Lote D” de la Remodelación San Borja, con una superficie de aproximadamente 3.200 m2 que deslinda en 51 metros por el sur y 57 metros por el poniente con el Parque Remodelación San Borja, en 63 metros por el oriente con propiedad de la Universidad de Chile y en 55 metros por una calle sinuosa de nombre Jaime Eyzaguirre por el norte, calle que en un plano del Ministerio de Tierras y Colonización de solo un año antes, aparece graficada como “calle en proyecto”, conectando Portugal con Vicuña Mackenna, y que hoy conocemos como Carabineros de Chile, dando cuenta del dinamismo de una ciudad cambiante, que como fiel testigo de la historia ha visto pasar en el tiempo esta construcción centenaria que nos pertenece a todos.

Algunos años después fue reconocida como Inmueble de Conservación Histórica en el Plan Regulador Comunal de Santiago, remitiéndose a escuetas referencias en su ficha respectiva del Catálogo de inmuebles de Conservación Histórica elaborado por el Departamento de Asesoría Urbana 2005-2006, en el cual  aparece el año de su recepción final “1876”, su estado de conservación “bueno”, estilo arquitectónico “ecléctico”, materialidad predominante “albañilería”, composición de fachada “decorada, simétrica y regular, acentuación de vanos”. Ninguna referencia a sus imágenes, ni a sus valiosos vitrales traídos de Francia; una deuda que el Estado mantiene con el reconocimiento y puesta en valor oportuno del patrimonio, que tal vez debió incorporar al templo y sus vitrales en la nómina de monumentos nacionales, en la categoría de monumento histórico.

A pesar de su cercanía a una de las principales arterias viales del país, la Capilla de San Borja prestó servicio religioso a la comunidad y a los funcionarios de carabineros en la tranquilidad del Parque, con silencioso anonimato durante décadas.

Este anonimato terminó abruptamente tras los acontecimientos ocurridos el 03 de enero de 2020, cuando la iglesia fue saqueada y quemada, en medio de las manifestaciones que formaron parte del “estallido social” iniciado en octubre de 2019. Sin embargo, el mayor golpe lo recibió el 18 de octubre de 2020, en un segundo y voraz incendio que destruyó la mayoría de los objetos muebles, imágenes y en el cual se perdió la mayor parte de los vitrales que hasta entonces estaban en el templo.

Inmediatamente ocurridos los hechos, gracias a la coordinación realizada entre distintos servicios públicos [ver video], se procedió a realizar las acciones de salvataje necesarias para rescatar las piezas de valor patrimonial, resguardando las campanas de bronce, el pináculo y la cruz que adornaban la fachada principal, así como el posterior retiro y resguardo de los restos de sus vitrales, dando origen a este proyecto de registro y puesta en valor [ver video] que esperamos pueda poner bajo la luz la riqueza ornamental de este edificio, y así en el futuro devolverle el esplendor que resguardó por casi 150 años de existencia.